jueves, 22 de febrero de 2018

CALENTONES...



Miré el calendario que colgaba de la puerta de la cocina, y me di cuenta que solo faltaban tres días para que todo cambiara por fin.
Yo me había puesto gorda como una nutria, fea, pesada y torpona, cada día más. Los pechos no me cabían dentro de ninguna camisa de las de mi armario, la ropa de estos últimos meses estaba hecha una piltrafa y me sentía la mujer menos sexy del mundo. Frente al espejo, desnuda, ni siquiera me reconocía. ¿Volvería algún día a ser de nuevo yo?

Manolo se había empeñado en que saliéramos con Rosy y Tomás esa noche y yo ya había agotado todas las escusas lógicas posibles para convencerlo de que no quería ir a ningún sitio. Llevábamos meses sin salir con amigos, nos quedábamos en casa viendo pelis y poniéndonos finos de pizza cuatro quesos, ¡es lo que tienen los antojos! Y lo mejor de todo; coma o no coma, me pondré como una foca, así que cada fin de semana era como un deja vu del anterior.

Total, que entre los tres, habían decidido que iríamos a una fiesta de disfraces, con bufé libre y karaoke, y se habían encargado de comprar los trajes para todos. Mis pies estaban hinchados como botes, como para andar danzando toda la noche hecha un mamarracho, y tan solo con pensarlo me daban arcadas. Me compraron un disfraz de ballena, muy acorde a mi situación e hicieron chistecitos a mi costa, ¡hijos de la gran puta...! 
Rosy iría de Lady Gaga, toda glamourosa, o eso pensaba la petarda de ella y Tomás de torero, marcando paquetón de grana y oro. 
Manolo se vistió de guardia civil, decía que a la vuelta me haría la prueba del alcohol, ¡no se lo creía ni borracho! 
¡¿Quién me mandaría a mi a quedarme preñada?! Esto no ha hecho nada más que empezar y ya está tomando tintes muy dramáticos... 
¡Malditos calentones, maldito sexo desenfrenado y malditos condones de los chinos!

Mariajosé E. M.

No hay comentarios:

Publicar un comentario