Hay a quien le salen alas al vernos caer…, y remontan el vuelo a costa de nuestras
truncadas ansias de supervivencia.
Hay quien se recrea en la tristeza ajena y ríe a carcajadas,
mientras mira como te hundes, sin un ápice de pesadumbre ni aflicción. No hay
dolor... Les mueve la cobardía.
Hay quien se crece envuelto en soberbia y prepotencia, hace
oídos sordos a lo que no le interesa escuchar y se cree en posesión absoluta de
la verdad.
A veces hay quien te hace desear ser invisible por un
momento, desaparecer de repente o perderte hasta que pase la tormenta.
Hay
quien te rompe la armonía y te destroza los esquemas de un plumazo, quizá sin pretenderlo, o tal vez con cinismo
premeditado, pero lo hacen.
Entonces le das vueltas a mil cosas y tu mente, parece
bloquearse con idas y venidas sin sentido, en una búsqueda angustiosa de
solución.
Te planteas si de verdad merece la pena darle el gusto a nadie de que algo de
eso te importe.
Te preguntas hasta qué
punto es tan importante lo que pasó o quién fue el que te dijo “aquello” que
pudo molestarte.
Y de un momento a otro
te sorprendes a ti misma con la conclusión de realmente no hay necesidad de incomodarse por nada, que todo es tan relativo como queramos que sea, ni más, ni
menos, que realmente nada es tan importante como sentirse bien con uno mismo y
que mañana volverá a brillar mi sonrisa con la misma intensidad que el nuevo
sol, le pese a quien le pese.
Airam E. M.
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