Es difícil hacerse entender cuando ni siquiera uno mismo
sabe explicar lo que siente.
De todas
formas hay cosas que no tienen explicación, así de sencillo. Por lo tanto, es inútil
querer seguir intentándolo. Es raro, lo sé, pero no todo tiene que ser
perfecto, ni ideal, ni comprensible y hay que aceptarlo tal y como es.
Puedo mirar las estrellas y buscar tu constelación horas y
horas, en silencio, mientras suena de fondo la banda sonora de un sueño
imposible, la melodía que me acerca casi a una oración, a un rezo. Que me hace sentir bien conmigo misma, cuando en mi retina aparece tu media sonrisa.
Dejo las horas pasar y me hago la loca. Me entretengo
mirando las blancas nubes que dibujan extrañas formas y me conformo a mi misma
inventando historias increíbles.
Todo es una gran mentira. No eres, no estás, no existes.
Las nubes las
arrastra el viento cálido y el sol se va poniendo.
¿A qué jugamos? Te ríes, te
escucho, te creo… vuelta a empezar.
El suelo se abre a cada paso que damos y hay dragones que
escupen fuego alrededor. Ni tu ni yo somos infalibles, ni superhéroes invencibles,
tan solo humanos, con días buenos y malos, risas y también llanto.
Tengo una libreta llena de apuntes sobre conversaciones
incompletas, preguntas sin respuesta, respuestas olvidadas, olvidos enredados y
exceso de falta de tiempo, por esto o por aquello otro, o simplemente por
despecho, aunque horas nos sobran y sin embargo siempre nos faltan.
Yo me pongo en tu lugar y me dejo llevar, sin desencuentros. Tú no te pones en
el mío, simplemente es eso.
Airam E. M.
(Imagen de la red)
(Imagen de la red)