jueves, 3 de noviembre de 2016

INDIFERENCIA... (2ª parte)



La indiferencia total, ese ni fú ni fá, que a veces no creemos posible, existe.
Ya lo creo que sí.
Puedes dejar de sentir ni tan siquiera tristeza, aunque resulte increíble, por esa persona con la que tanto reíste, con la que tanto lloraste.
Puedes no desear sus abrazos, ni sus caricias y mucho menos sus besos. Incluso puede llegar a molestarte su presencia, el sonido de su voz, su risa, su olor.

No importa si un día miraron juntos hacía un mismo horizonte.
No importa si lucharon toda una vida por una misma meta.
Tampoco importa si tienen en común toda una vida de logros, o si compartieron sueños imposibles... ¡Qué no!
Te lo digo yo, que he visto derramarse un mar de lagrimas, abrasando a su paso cuanto encontraban.
Se van perdiendo batallas en el camino, pequeñas contiendas que nacen del orgullo, de los celos, de la desconfianza y que minan el sendero que conduce a la felicidad tan ansiada.
Lo que ayer fue complicidad se torna oscuridad..., silencio y si este se quiebra, es para levantar demasiado la voz y romper la melodía.
Me gusta mi melodía cuando suena al ritmo armónico de una soledad, a veces compartida, a veces no tanto.
No menosprecies a la indiferencia, porque ella no hace ascos a nada ni a nadie, ni tiene piedad.
Ataca por sorpresa, por la espalda y hunde su espada en tu ego... y la retuerce hasta el fondo.
Después, cuando por fin la saca, ya no eres quien fuiste, ni serás más quien busca quien tanto te amaba.

Airam E. M.

(Imagen de la red)

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