lunes, 26 de septiembre de 2016

ATARDECERES DE OTOÑO...


El sendero se alargaba y se estrechaba, como las ramas del árbol del camino, ese que veis algo seco ya, casi deshojado, solo y triste. 

Subíamos las cuestas sin darnos a penas cuenta, observando al sol, mientras se despedía entre montañas, despacito, sin prisas, pero sin pausa. 

Si mirabas a lo lejos, parecía extenderse un fuego en la lejanía, resplandeciente, amarillo, anaranjado y entre las nubes rosas y blancas se difuminaba el azul... turquesa, celeste y añil del firmamento.

Místicos y aislados entre la fértil llanura que se extiende delante de nuestros maravillados ojos, pequeños cortijitos dispersos entre el verde y pardo de la tierra, momentáneas paradas entre caminos, tapias de barro y paja, algunas, resistiendo a duras penas el paso del tiempo, abandonadas a su suerte, o refugio de animales al caer la noche. 

El viento trae el rumor de hojas secas, correteando por la ladera y las sombras, van dejándose ver a cada paso, parduscas y frías. 

Adormece la tarde a paso largo y quedo y va desperezándose la luna entre suspiros, con guiños de estrellas fugaces. 
Y en el ocaso de un día más, sueña el sol con despertar cuanto antes, para volver a contemplar la belleza de tus campos y tus infinitos paisajes otoñales, mi amado pueblo.

Airam E. M.


4 comentarios:

  1. Que maravillosos son los atardeceres. Un abrazo

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    1. Cada atardecer un espectáculo diferente. Gracias por leer y comentar Maria del Carmen.
      Otro de vuelta para ti.

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    1. Gracias Sebastian. Un placer escribir y que me leas.
      Saludos.

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